Movilidad sostenible y conectada: el futuro espera, pero cómo empezar

La manera de viajar cambiará radicalmente en los próximos años. Prueba de ello son los cambios que hemos observado desde 2020, cuando el automóvil conectado, los compromisos de reducción de emisiones, el Internet de las Cosas, el 5G, la Inteligencia Artificial o el Video Analytics ya eran términos en la conversación.

El COVID-19 golpeó con dureza al sector de la movilidad: supuso la paralización temporal del tráfico y, a la vez, el rechazo a usar el transporte público por miedo al contagio. Sin embargo, el sector ha sabido detectar la oportunidad en la crisis, respaldado por la decisión de cambio en la UE y una ingente inversión, a través de los Fondos de Resiliencia (PRTR), en transformar los modelos para alcanzar una movilidad sostenible, segura y conectada.

Aunque cueste imaginarlo, los expertos anticipan que dentro de tres años atravesaremos Europa por autopistas conectadas y sin barreras. También estiman que en 2030 los pagos mediante vehículos conectados ascenderán a 537 billones de dólares, cifra que equivale a casi duplicar la venta anual de Amazon. Casi nada.

Hoy en día ya podemos observar cómo los primeros pasos hacia el cambio toman forma legal en España con el reciente Anteproyecto de Movilidad Sostenible. Europa acelera el impulso mediante fondos y directivas. Las barreras de los peajes acabarán su larga vida progresivamente; asimismo a partir de 2023, los pagos por uso de autovías introducirán modelos sin barreras. Desde dicho año, cualquier ciudad europea que tenga más de 50.000 habitantes debe implantar su zona de bajas emisiones. Según el Anteproyecto, los ayuntamientos podrán cargar tasas a vehículos para circular en ellas. En paralelo la DGT está creando la plataforma DGT 3.0, que mediante la conexión 5G de un smartphone permitirá evitar atascos, semáforos u obstáculos en tiempo real. Claramente el cambio está llegando.

Después de analizar la situación actual del sector de la movilidad, hemos definido varias razones que deben llevar a Europa a priorizar la movilidad conectada y sostenible en los fondos de resiliencia concedidos a nuestro país. La primera y más importante es que la movilidad es una palanca fundamental en los objetivos de reducción de emisiones a la atmósfera. Podríamos fijarnos en los casos de éxito de ciudades europeas como Londres o Estocolmo, donde se redujeron entre el 10% y 20% las emisiones a través de medidas de pago para aquel que circule con un vehículo contaminante.

No menos importante es que el vehículo conectado es sinónimo de seguridad vial. Los expertos esperan que con 5G y plataformas como DGT 3.0 puedan reducirse muy ostensiblemente la siniestralidad.

Finalmente, la necesidad de implantar medidas que faciliten la movilidad con un criterio de equidad social y medioambiental. Las empresas y ciudadanos temen una oleada de nuevas regulaciones y tasas que hagan confuso y costoso viajar. Estados Unidos lleva años de ventaja en esto. Ya han experimentado con varios pilotos en diferentes estados para habilitar el automóvil conectado como alternativa en el pago por uso de puentes y carreteras, disminuyendo los impuestos recaudados a través del combustible. Se busca equidad evitando que zonas despobladas, clases menos pudientes o agricultores se vean penalizados frente a población pudiente urbana debido a un modelo de financiación de la red viaria basada en impuestos sobre el combustible y la desigual capacidad de acceso al vehículo eléctrico.

Una de las conclusiones de estos pilotos, que puede ser muy útil para nuestro país, es la necesidad de un modelo a nivel federal para simplificar la vida al ciudadano y eliminar barreras a la movilidad entre estados. En España, la llegada de las Zonas de Bajas Emisiones (ZBE) en más de 60 ciudades, el futuro pago por uso en autovías y las concesiones que aún persisten no deben convertirse en un puzle de modelos. Es necesario establecer bases que ayuden a una transformación digital armonizada y la implantación de nuevos procesos que faciliten la movilidad de ciudadanos sin crear nuevas islas y sin penalizar a grupos desfavorecidos.

Las tecnologías de pago por uso existen tanto para los sistemas de pago multi-entidad como para la construcción de recorrido basado en onda corta, RFID, reconocimiento de matrícula o geolocalización. Nuestro reto ahora es sentar esas bases que, permitiendo cumplir los objetivos mencionados, faciliten la cohesión territorial y utilicen los datos para ofrecer la mejor experiencia digital a diferentes tipos de ciudadanos y empresas en su ruta, de principio a fin del desplazamiento.

Esta noticia se ha publicado en:

 

 

Publicado por

Valentín Rábago

Global Advisor en Stratesys | Experto en Movilidad Conectada y Modelos de Pagos por Uso