Oportunidad en la crisis: e-learning para un nuevo mundo laboral

Las nuevas generaciones (autosuficientes y tecnológicas) y el e-learning han iniciado una gran amistad. Además, la crisis sanitaria del Covid-19, que ha supuesto un desastre humanitario y ha infligido daños sin precedentes al mundo del trabajo, ha transformado radicalmente el futuro profesional, dando paso a un entorno que favorece el teletrabajo y la flexibilidad.

Esta ‘tormenta perfecta’ ha provocado que el sector haga un profundo análisis y ha entendido que debe poner la tecnología al servicio de las nuevas necesidades y motivaciones. Todo un reto para el ecosistema de empresas que trabajan en la transformación digital de la educación, denominado ‘ed-tech’.

En este contexto, cinco claves resumen la buena dirección del nuevo e-learning, que crecerá anualmente más del 21% entre 2021 y 2027, según un informe realizado por Global Market Insights.

‘Microlearning’

El microlearning nace de una necesidad muy extendida: “Ahora necesito aprender algo y lo quiero hacer ya y, además, manejando mis tiempos”.  Se trata de una modalidad que comprime los contenidos orientándose a un único conocimiento que se adquiere con mucha rapidez. Como si se tratasen de piezas de un puzzle, estas unidades breves se van entrelazando unas con otras, generando conocimientos profundos.

Los microcontenidos se nutren de diferentes formatos digitales que no sólo enriquecen el producto, sino que dan respuesta a los diferentes estilos de aprendizaje de las personas, que no siempre se han tenido muy en cuenta. Mejor que no sea café para todos. Por ejemplo, alguien marcadamente visual retendrá con más facilidad un vídeo o una infografía, mientras que si es auditivo agradecerá un podcast y si es kinestésico necesitará recursos interactivos y ejemplos reales para retener lo aprendido.

Aprendizaje experiencial

Históricamente nos han enseñado empezando en lo abstracto, las ideas, para acabar en ejemplos concretos y casos a desarrollar, pero esto no siempre es válido. Quizá el conocimiento se adquiere mucho mejor si lo situamos en un determinado contexto. De esta forma, se apuesta por una acción formativa que, desde el principio, involucre al alumno en actividades complejas, realistas y centradas en la resolución de un problema.  

El modelo Singapur, que surgió para el aprendizaje de matemáticas y que posteriormente ha sido adoptado por diferentes sectores industriales, es el gran referente en este sentido.

Facilitador de aprendizaje

Los nativos digitales están acostumbrados a relacionarse, comprar e interactuar en el entorno digital tomando decisiones y recibiendo feedback desde el primer momento. Por tanto, exigen que la formación online siga el mismo patrón, convirtiéndose en un facilitador del aprendizaje con seguimiento constante de su progreso, evaluación y un entorno que apueste por la colaboración y reflexión.

Debemos mantener un equilibrio entre la evolución independiente de cada uno en el proceso de aprendizaje y la pertenencia a una comunidad de práctica donde aplicamos los conocimientos que recibimos, aprendemos y compartimos, y detectamos nuevas necesidades.

Engagement

Con el fin de mejorar el compromiso, uno de los recursos que más crecieron durante la pandemia fue la gamificación, que aplica técnicas de juegos para motivar la participación de los estudiantes a cambio de recibir recompensas tras completar un determinado reto.

El compromiso mejora sustancialmente si la experiencia es omnicanal (algunos lo llaman mobile-learning), permitiendo un consumo ágil y efectivo de los contenidos desde cualquier dispositivo.

Y, por último, una de las peticiones que cobra más fuerza es actuar en la transferencia a lo real, es decir, que consigamos medir y evaluar, pasado un tiempo, como ha mejorado tu desempeño o como has mejorado como persona y así dar opción a diseñar refuerzos que ayuden en los retos del día a día. El equilibrio entre estos tres aspectos mejora notablemente ese compromiso tan difícil de mantener.

Sostenibilidad

La Agenda 2030 es una hoja de ruta para que las políticas públicas y empresariales consigan un objetivo de desarrollo global y humano. Invita a la acción mediante 17 objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

En concreto, el ODS 4 propone “garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos”. Esta iniciativa política y el marcado compromiso de las nuevas generaciones debe provocar una reflexión sobre el carácter ético y sostenible en el desarrollo del e-learning.

En definitiva, la formación online favorece la accesibilidad a la educación a un mayor número de personas, la cual les permite seguir desarrollando su vida y también lograr una mayor calidad de vida (lifelong learning), reduciendo el uso de recursos (papel, combustibles) y de contaminantes (emisiones excesivas de transportes).

Respecto al impacto ambiental, un informe de Skill Scouter de julio de 2021 señala que la formación online produce un 86% menos de gases de efecto invernadero frente a la formación presencial. 

Así, la aparición de nuevas necesidades de aprendizaje tras la pandemia ha traído consigo el renacimiento del e-learning. Esta vez, con la capacidad de aportar una experiencia gratificante a los alumnos.

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Publicado por

Arturo Pérez

Manager Experto Edtech, XR, VR y AR de Stratesys