Calcular la Huella de Carbono, el primer paso para contribuir al Desarrollo Sostenible

El reto que me he propuesto con este artículo es explicar de la manera más sencilla qué es esto de la Huella de Carbono en las Organizaciones que se denomina Inventario de Gases Efecto Invernadero (GEI), y cómo la tecnología nos puede ayudar, pero sobre todo acabar concienciando a los empresarios y directivos que lo lean.

Para explicar la Huella de Carbono es necesario hacer un poquito de historia y exponer brevemente una serie de conceptos. Empecemos por el primero, que es la Sostenibilidad, que consiste en la satisfacción de las necesidades actuales sin comprometer las necesidades de las generaciones futuras, garantizando el equilibrio entre crecimiento económico, cuidado del medio ambiente y bienestar social. Del concepto de sostenibilidad nace la idea de Desarrollo Sostenible para referirse a un progreso que mantiene ese equilibrio sin poner en peligro los recursos del mañana. En suma, la Sostenibilidad y el Desarrollo Sostenible funcionan siguiendo el principio de que no se pueden agotar los recursos disponibles de forma indiscriminada, hay que proteger los medios naturales y todas las personas deben tener acceso a las mismas oportunidades.

Sobre la base de estos dos conceptos la ONU definió una agenda y unos objetivos que denominó ODS y dentro de los cuales se encuentra el de Acción por el Clima que principalmente persigue la reducción de la emisión de los gases que contribuyen a elevar la temperatura media del planeta cuya consecuencia es de todos conocida y que no está exenta de cierta polémica.

Vamos a usar una metáfora para explicar la Huella de Carbono y la importancia de reducirla. Cuando en nuestra vida cotidiana nos proponemos ahorrar dinero, hasta que no usamos una hoja de cálculo o una App donde categorizamos todos nuestros gastos no somos conscientes realmente en lo que nos lo gastamos aunque a priori tenemos una intuición, pues esto es lo mismo, hasta que una empresa no hace por primera vez su Inventario GEI no es consciente realmente de cuales son las actividades donde está emitiendo a la atmósfera una mayor cantidad de estos gases y por tanto donde puede poner las medidas para reducirlos o suprimirlos para así contribuir al desarrollo sostenible.

En el Protocolo de Kyoto se definieron los 6 gases efecto invernadero donde se determinó que el dióxido de carbono (CO2) era el principal causante del calentamiento global y por tanto se tomó como referencia como medida emisión. Esto supuso hacer una equivalencia entre los 6 gases, a través de una tasa denominada GWP (Global Warning Potential), de manera que por ejemplo el metano (CH4) contamina 21 veces más que el dióxido de carbono y por tanto una tonelada de metano emitida a la atmósfera equivale a 21 toneladas de dióxido de carbono equivalentes (tCO2e).

Para calcular las emisiones de las diferentes actividades de una empresa existen estándares internacionales, como por ejemplo, el Greenhouse Gas Protocol (GHG), donde se han establecido tres niveles o scopes que categorizan las emisiones de las organizaciones en emisiones directas (scope 1), indirectas (scope 2) y otras indirectas (scope 3) y unos factores de emisión que permiten determinar cuál es la emisión de una actividad concreta. Así por ejemplo la gasolina de los coches de flota de una empresa emiten tres de los seis gases GEI y el total de las emisiones es la suma de los mismos. El cálculo es sencillo, primero se multiplican los litros de gasolina por el factor de emisión de cada uno de estos gases y posteriormente se realiza su equivalencia a través de la tasa GWP para poder sumarlos en tCO2e.

Hoy en día no es “obligatorio” el Inventario GEI y con carácter general solo las grandes empresas son las que lo están realizando con el objeto de reducirlas año a año y cumplir con mercados de cotización y los criterios ESG que son indispensables para su reputación de cara a los accionistas e inversores.

El reto tecnológico está en facilitar la obtención de esta información en tiempo real o mes a mes y realizar la mayor parte de estos cálculos de manera automática con el objeto de ir adoptando medidas a corto plazo para conseguir el objetivo de reducción y no esperar a final de año con unos cálculos prácticamente manuales.  Soluciones, como por ejemplo el Internet de la cosas, con sensores que midan las emisiones, cuadros de mando que reflejen la información en tiempo real y algoritmos de predicción de las emisiones son la base para conseguir estos objetivos de desarrollo sostenible porque la metas comunes de la sociedad definidas en los objetivos ODS necesitan la implicación activa de las empresas y de sus cuadros de mando.

 

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Publicado por

Mario Izquierdo

Director